El miedo. Eso que nos da tanto miedo… y que no es tan temeroso. El miedo es un indicador de que estamos vivos, un mecanismo de defensa humano que nos pone alerta ante una situación de riesgo.
El miedo es una emoción que podemos utilizar a nuestro favor… o que nos puede utilizar para ponernos la vida en contra. ¿Qué sucede cuando el miedo invade nuestro día a día emocional? ¿Qué sucede cuando empezamos a temer aquello que supuestamente amamos? El miedo al compromiso en una relación de pareja está ligado a la inseguridad y hace de la intimidad con alguien algo que se contempla no como «eso que nos aporta tanto» sino como «eso que nos aparta y que nos quita, que nos resta».
La pregunta es, entonces, ¿sabemos amar?
¿POR QUÉ ESE MIEDO?
El amor nos hace vulnerables. Pero no como entiende el Ego: atacables; no: vulnerables como sinónimos de abiertos a la vida, generosos, magnánimos, suaves, compasivos. Cuando una persona se conoce lo suficientemente bien a sí misma, entiede que la llegada de otra persona a su vida no supone completar quien ya es sino complementar para multiplicar.
El miedo al compromiso parte de hacer del cambio un sinónimo de peligro (cuando la vida es cambio a cada segundo) y parte también de un desconocimiento hacia quienes somos. La coraza que supuestamente te colocas para ‘defenderte’ del otro te la colocas realmente para defenderte de ti mismo. De esa supuesta ‘debilidad’ que empiezas a sentir. De ese «no controlar esto» que me está pasando y «amenaza mi vida» tal como la tenía planeada y planteada. «No me gusta sentirme vulnerable», te dice el ego. Y tú acatas la orden.
¿CÓMO SOMOS CUANDO TENEMOS MIEDO AL COMPROMISO?
Las personas que repiten esta huida una y otra vez en sus relaciones de pareja, son personas que viven en incoherencia emocional. Normalmente, con una relación afectiva disfuncional en su infancia (abandono, no reconocimiento o, por el contrario, excesiva rigidez y protección), que les ha hecho eternos inmaduros emocionales.
Desarrollan una gran capacidad de seducción y conquista. Son personas muy atractivas porque sienten la «necesidad» constante de les quieran. Pero, una vez que lo consiguen, entran en terror, en miedo. ¿Por qué? Más o menos por esto:
1.- Les da pavor el cambio, salirse de su zona de confort. En consecuencia, les cuesta mucho tomar decisiones.
2.- Les gusta tenerlo todo controlado. Cuando una emoción se escapa a su control son incapaces de vencer el miedo que eso les provoca.
3.- No hablan de emociones. Les cuesta mucho expresarlas y expresarse, tanto desde el lenguaje verbal como desde el gestual. Y esto procede también de un entorno familiar en el que las muestras de cariño han brillado por su ausencia.
4.- Muy inseguros de sí mismos. Proyectan en su pareja su propia inseguridad, y cuando ven que esa misma pareja «falla» en algo, se autoconvencen inmediatamente de que ella o él no es la persona que buscan (aunque su sentimiento vaya por otro lado). Entran en DISONANCIA COGNITIVA. Y pueden provocar la ruptura desde, por ejemplo, la infidelidad (algo muy común en estos casos). La infidelidad responde a esto: «¿Por qué me voy a perder tantas experiencias que me esperan estando sólo con una persona?» Quien tiene ese miedo al compromiso se autojustifica de este modo y, así, lleva la relación al final para recuperar la estabilidad y huir de ese descontrol que le enloquece.
Después, empezará una y otra vez… con idéntico resultado. Si no decide, claro está, cambiar.
¿PUEDO SOLUCIONARLO?
Claro que puedes… siempre y cuando tomes conciencia de que algo tienes que mejorar en tu vida y te decidas a realizar ese trabajo. Cuando dejes de culpar a todo lo que te rodea de tus supuestos «fracasos». Y todo pasa, en primer término, por convertir ese miedo en aliado. Mirarlo, encararlo y ver qué te está enseñando. El huir una y otra vez del problema sólo lo agrandará. Las relaciones seguirán siendo de dolor, siempre.
Es fundamental la comunicación. Hablar con el otro, expresar qué se siente, las dudas, las dificultades. Expresar los temores y las emociones. Expresarse emocionalmente, en definitiva. Hacerlo desde el corazón, no desde la mente. Comenzar a abrir ese lado vulnerable pare conocerlo y reconocerlo. Hacer lo que nunca se hizo para conseguir resultados diferentes. Comunicar es clave.
Otro término básico es confianza. Avanzar en la confianza hacia uno mismo y hacia el otro. Sólo confiando más en quien eres podrás confiar en quien tienes frente a ti.
En definitiva, una cuestión de asertividad: decir en todo momento qué se piensa y qué se siente y hacerlo sin herir a quien tienes a tu lado; dominando la asertividad un gran paso estará dado. Para ser asertivo con el otro, empieza a serlo contigo mismo diciéndote la verdad.
Ser honesto contigo mismo abre la puerta al cambio.