Una vez has podido aceptar (no sin resistencia y autoengaño) que tu madre y su compañía no te hacen bien, sino todo lo contrario, es posible que estés en la tesitura de decidir que sería lo más saludable para ti, siempre y cuando puedas deshacerte de la sensación de traición y culpabilidad que probablemente hayas estado o incluso estés experimentando a día de hoy.
Si valientemente asumes que este artículo es para ti, es conveniente que comencemos por el principio, adivina cuál es… te ayudo:
LAS EXPECTATIVAS, o lo que es lo mismo, lo que nos han dicho que se debe esperar de una madre.
La figura de la madre se ha transmitido históricamente como uno de los arquetipos fundamentales en la vida de cualquier ser humano, al ser la responsable de “darnos a luz”, y sería justo en este punto donde se comete el error fundamental de atribución que ha persistido y persiste en la cultura y educación colectiva, asumiendo que, por el hecho de parir, una mujer está preparada psíquicamente para ser BUENA MADRE.
Si preguntásemos a mil mujeres que han sido madre, qué es lo que les resulta más difícil de su vida, con toda probabilidad la inmensa mayoría de ellas contestarían que ser madre, o lo que es lo mismo, criar y educar a sus hijos. Esto es una pequeña muestra de lo exigente y trascendente que es CONVERTIRSE en madre, y digo convertirse, porque más allá del instinto maternal que llevan impreso algunas mujeres en sus genes, saber hacerse madre supone un esfuerzo personal único en la vida. Si a estas dificultades, le sumamos que la gran mayoría de las mujeres no han optado por cuidarse previamente con esmero y dedicación para cristalizar en seres humanos evolucionados y resilientes, el resultado es que esa mujer que ha pasado a ser madre por su capacidad biológica de engendrar hijos, no esté en absoluto preparada para serlo.
Siendo estos los antecedentes, podemos predecir que la cualidad del vínculo que se cree entre madre e hijo no va a ser del tipo seguro, sino que pivotará en los estilos disfuncionales que han clasificado los teóricos del apego como: inseguro-evitativo, inseguro-ambivalente e inseguro-desorganizado.
Sin ánimo de profundizar en la teoría del apego para no volver demasiado densa la lectura de este artículo, si es conveniente aclarar estos conceptos para que sepas dónde ubicarte y puedas seguir dándole claridad a tu situación de vida respecto a tu relación con tu madre.
El apego define el vínculo o la alianza afectiva que se crea entre la figura de cuidado principal del recién nacido y este. Su característica fundamental es que de él dependerá el bienestar del bebé, pues su misión es la de sostener física y emocionalmente al niño que acaba de nacer y se encuentra completamente desvalido/inmaduro.
Partiendo de esta conceptualización, los tipos de estilos de apego serían:
- Estilo Seguro: las madres que crean esta vinculación están receptivas a las necesidades del hijo, mostrándoles afecto y calidez de forma apropiada. Igualmente son facilitadoras en el momento oportuno de que el niño se vaya haciendo alguien autónomo y capaz de valerse por sí mismo. El resultado es un niño sano, que se permite la exploración activa del entorno, sabiendo gestionar el malestar de la separación con su madre de forma autónoma y saludable.
- Estilo Inseguro-Evitativo: este tipo de apego surge en madres que rechazan las necesidades emocionales de sus hijos, bien desacreditándolas o simplemente ignorándolas. Sólo se encargarán de sus necesidades físicas más acuciantes. Esto dará como consecuencia, un niño intolerante a la intimidad emocional con otro ser humano, con profunda desconfianza y una tendencia a la autosuficiencia narcisista.
- Estilo Inseguro-Ambivalente: las madres que se relacionan con sus hijos de esta manera, les aportan un cuidado imprevisible y errático, siendo adecuado en determinados momentos (hay veces que satisfacen sus necesidades) e inadecuado en otros (no atienden las necesidades del bebé en el momento, acuden tras mucho insistir y en algunas ocasiones, ni siquiera acuden). Los hijos de estas madres habrán aprendido que la única forma de recibir la atención y el cuidado que necesitan, es a través de la hiperactivación, pues sólo a base de insistir son atendidos por la figura de apego, siendo su gran miedo el que puedan ser abandonados.
- Estilo Inseguro-Desorganizado: esta forma de relación sería la más grave, pues se trataría de madres severamente insensibles y terriblemente violentas, que no se encuentran en absoluto preparadas para hacerse cargo de la crianza de sus hijos, ya que han sufrido experiencias traumáticas severas o pérdidas no elaboradas. El resultado de esta forma de vinculación, son niños caóticos y colapsados, tendentes al rechazo y la hostilidad.
¿Para qué saber que estos estilos existen?
Es fundamental que sepas que tu madre funciona así porque previamente recibió una crianza que se podría encajar en cualquiera de los estilos inseguros, eso fue lo que aprendió y eso es lo que ha establecido contigo. Una vez seas consciente de que esto está en la base del trato que ella te ofrece, podrás aprender a verla como un ser humano (más allá de su rol de madre contigo), y por ende, porta todas las imperfecciones que caracterizan a los seres humanos (más si cabe, si nunca se ha encargado de restituirlas, mejorarlas o cambiarlas).
Y ahora viene el paso crucial, la respuesta a ese “¿y ahora qué?”. Con toda la información en tu mano, con la amplitud de miras que da el hacerse consciente de la “verdad”, el alivio que reporta el dejar de resistirse a una realidad dolorosa, a veces incluso impronunciable. Con todas esas cartas boca arriba ya sabes (seguro que tu intuición conducida por tu inconsciente más sabio te lo ha susurrado en algunos momentos) que la única manera de que te puedas desarrollar de forma saludable, eligiendo tu propio camino de vida, decidiendo quién eres o mucho mejor, quién quieres ser, es TOMANDO DISTANCIA FÍSICA Y EMOCIONAL de tu MADRE. Porque es cierto que te ha dado la vida, pero de igual forma, por su incompetencia emocional te la está “robando”, ya sea por su indiferencia hacia tus necesidades, por su intrusismo y opresión constante hacia ti y tu vida, por su flagrante falta de empatía, por su…. No ha lugar que enumere todos, tú ya sabes cuáles son “sus maneras” contigo, por eso, da el paso, lánzate hacia ti, hazte dueño de tu vida y toma la determinación de no dejar paso a la culpa, ese fantasma cultural que tanto daño hace al ser que ya está herido, no dejes entrar a los fantasmas que te gritan “¿Qué clase de hijo eres que te alejas de tu madre?”, no los escuches, son el escuadrón del miedo y del autocastigo. Combáteles con “¿Qué clase de amor me ofrezco que permito que me hiera una y otra vez?”.
¿Dónde está escrito que una madre ha de saber serlo? ¿Quién dijo que una madre siempre será excepcional con sus hijos? ¿En qué manual se asevera que una madre nunca antepondrá sus necesidades, deseos y anhelos, a los de sus vástagos?
Tritura las expectativas culturales, tritura todos los debería respecto a tu madre, tritura todo lo que te condena y da el salto, aceptar es la mitad del camino, saber qué hacer es la otra mitad, y ahora ya sabes que tu camino es tuyo, por eso elige a quién te impulse, nuevos vínculos para nuevas personas, ESA ES LA VIDA.
MARIAJESUSGONZALEZ.COM
Excelente artículo, llegue aquí por mera casualidad y la lectura me ha intrigado a saber las características de mi madre que siempre he dicho es un poco tosca, los últimos párrafos de esta lectura me hicieron reflexionar que no todo es culpa de ella sino de la crianza que le dieron, y creo que más allá de entenderla es tratar de romper ese círculo vicioso de malos tratos/respuestas y tratar de perdonarla, y de paso buscarle ayuda profesional, nunca es tarde.
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