
Sumergido en su propia respiración, intenta acompasarla al latido de su corazón. El reloj marca el ritmo de los pensamientos que atraviesan como rayos la mente del desvelado.
Una sombra de culpa planea sobre él, y es que se ha convertido en una cotidianidad de difícil deglución. La llegada de la noche anticipa la vigilia, tiempo de angustia y repaso del error, un error que se infla con la incertidumbre del mañana, del futuro que no parece llegar y del presente que comienza a asfixiar.
Insomnio que atormentas, conviertes las sábanas en lijas y dejas al insomne en primera línea de batalla, dando la espalda a Morfeo, ese dios caprichoso que sólo sedado accederá a acunarte. Y a la llegada del alba, con esmerado sigilo, el leve descanso dará pie a la pesada mañana, con todas sus horas a la espera de ser transitadas.
Otro día que comienza con el aliento gastado durante la batalla librada de aquella noche que no acaba.
-El escritor argentino Jorge Luis Borges dedicó un poema al Insomnio donde lo describe como “querer hundirse en el sueño y no poder hundirse en él”, reflejando muy acertadamente la impotencia que siente el insomne cada vez que se apaga la luz, quedando por delante una larga noche de vigilia.
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