
Según la campaña publicitaria de la Lotería de Navidad de este año, más vale acompañarse, aunque sea de un extraterrestre, que pasar solo las navidades, al menos si quieres que “te toque la lotería”.
No son pocas las personas que han decidido tirar la toalla en su búsqueda de la persona amada, y han considerado, siguiendo con el tono refranero que “más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer”. Evidentemente, no se acogen a este refrán para argumentar su decisión, sino que recurren a mil y una justificaciones por las que permanecer al lado de esa persona que hace tiempo (si es que lo hubo) contribuyó a su felicidad.
Entre las más escuchadas en consulta destacaría:
- Es que l@ quiero”, un querer que más pareciera la sentencia de su encarcelamiento, que un canto al amor.
- Otra de las justificaciones top para mantenerse al lado de una persona que invita al desamor es creer que con cualquier otra sucedería lo mismo, por lo que “¿para qué cambiar?”.
- Igualmente se recurre con frecuencia a normalizar los problemas en la relación, haciéndose eco del manido “nadie es perfecto”, alegato al estancamiento y la falta de ambición por mejorar.
Estaríamos ante un tipo de auto-desahucio sentimental en el que se entrega el propio bienestar a cambio de una vida en compañía, independientemente de la calidad y naturaleza del vínculo establecido con ese “extraterrestre”.
¿En qué momento se ha considerado que la vida en compañía es obligatoria para ser feliz, o mejor dicho, normal? Y es esta búsqueda de normalidad la que hace a decenas de parejas que han pasado por mi consulta, “guerrear” por perpetuar lo imperpetuable, pues hace tiempo que terminó su relación, aunque ellos no lo quieran asumir.
La pregunta entonces es: ¿A qué precio se mantienen relaciones acabadas, por el hecho de no querer estar solos? ¿por el hecho de amortizar la “inversión”’ realizada durante los años de relación? ¿por pereza de comenzar de cero? ¿por miedo a no encontrar nada mejor?
Sin duda y en base a mi experiencia clínica, el precio es alto en la mayoría de los casos y en algunos de ellos muy alto.
Para que mis pacientes vean estas pérdidas con facilidad, suelo recurrir a la metáfora de “la empresa” que termina en suspensión de pagos y en bancarrota total.
Imaginémonos que estás intentando montar una sociedad de negocio y estás buscando socio ¿qué harías?
Lo lógico sería que inicialmente investigaras el mercado, y profundizaras en conocer el “poder económico” de tu posible asociado, su titulación, contactos, capacidad de emprendimiento, etc. con la finalidad de tener el máximo de garantías, no sólo de resultados sino también de trabajo, porque estamos hablando de que lo que está en juego es tu dinero, tu tiempo y tu esfuerzo, y todo eso es muy valioso ¿no?
Pues con los sentimientos es el mismo caso, porque también son valiosos, y tu tiempo, tu dedicación y tu dinero invertido en la relación, hacen que no haya mucha diferencia entre una S.L. y una relación de pareja, de hecho, en judicatura se llama Sociedad de Gananciales, pero la mayor parte de la gente, saltándose todo este proceso de reconocimiento del posible socio, convierte su relación de pareja en una Sociedad de “Perdenciales”, porque pierden hasta la camisa, y todo porque una relación hay que PENSARLA, DECIDIRLA, TRABAJARLA y por supuesto DISFRUTARLA.
Hay algo que no se valora suficientemente y es el TIEMPO ¿Por qué malgastar el tiempo en incursiones inútiles que ya de antemano dan “tufillo”?
Cuando una relación da tufillo al principio, cuando termina, APESTA, luego, limpiémonos bien la nariz y olfateemos como sabuesos, no se trata de desconfianza, es PRECAUCIÓN lógica y normal, reflejo del valor que nos demos a nosotros mismos y la baja disposición a hacer inversiones emocionales ruinosas. Porque después:
• ¿Quién te paga el psicólogo?
• ¿Quién te devuelve tu tiempo?
• ¿Y tu dinero?
• ¿Y tu amor?
• ¿Y tu dignidad?
• ¿Quién repara el daño ocasionado?

¡Tú!
Y siendo lo más probable, además de que no te haya tocado la lotería con tu extraterrestre que de ti dependerá la decisión que tomes y cómo quieres llevarla a cabo. Por ello no es desaconsejable invertir tiempo en “los previos”, siendo propio de una persona que piensa en ella, se valora y se quiere.
Así que, puesto que las relaciones son necesarias para conquistar la verdadera soledad, tú serás el que decida el precio que estás dispuesto a pagar por vivir en compañía y quizás, tras llevar a cabo una minuciosa auditoría de tu empresa emocional, caigas en la cuenta de que es momento de emprender en solitario, tú con tu mismidad.
PD: A los extraterrestres Amenabar ya les está aclimatando Marte….
MARIAJESUSGONZALEZ.COM