El propósito que viene

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Las últimas semanas del año, suelo preguntar a mis pacientes qué objetivos proponen conseguir para el año próximo. Lo más frecuente es que sin apenas pararse a meditarlo, recurran a los tópicos de los que todos hemos echado mano en algún momento y que son de escasa inspiración vital, como “dejar de fumar”, “ir de forma regular al gimnasio” o “aprender un idioma”.

  • Los más clásicos piden “salud”, bajo la premisa nihilista de que sin ella no se es nadie en esta vida (para todos ellos sería muy terapéutico el profundizar en la vida de Stephen Hawking, físico y divulgador científico británico, aquejado de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que lo ha dejado paralizado casi por completo).
  • Los más “ambiciosos” recurren al manido “Virgencita que me quede como estoy”, un aparente canto de agradecimiento, que realmente esconde una desoladora actitud conformista, donde la persona no aspira a ningún cambio, desechando radicalmente la idea de renovación y crecimiento.
  • Para los más románticos, el deseo de un “amor” que les esté esperando a la vuelta de la esquina, se presenta como el propósito sanador, a través del cual se solucionarán todos sus anhelos y problemas cotidianos. Es curioso como estos enamorados del amor no se suelen plantear que un buen propósito para el próximo año podría ser cultivar un saludable amor propio basado en el respeto y la lealtad personal, fondo de armario para cualquier relación sentimental que se precie.

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  • Y luego están los que adoran “tener”, y por eso fantasean con el coche que siempre han querido, o con dar la entrada para la casa de sus sueños, o con poder finalmente hacerse esa operación de cirugía estética que tanto han ansiado, liberándose de esta forma de esos complejos tan pesados que llevan arrastrando la mayor parte de su vida.

En todos estos casos, me gustaría aplicar la acertada reflexión del psicoanalista humanista Erich Fromm, quién se planteaba: “Si soy lo que tengo y lo que tengo lo pierdo, entonces ¿Quién soy?”.

¿Podrías contestar a esta pregunta?

Haciendo repaso por los propósitos-tipo de año nuevo, me pregunto: “¿Por qué cada año se entra en la misma trampa de repetición de propósitos que nos infra-motivan y con los que finalmente no enganchamos?”.

Si has sido observador, habrás podido comprobar que he ido dejando alguna pista a lo largo del texto y es que si empezamos la casa por el tejado… ¿de qué nos extrañamos?

¿Por qué en lugar de plantearnos dejar de fumar a bocajarro, no detectamos las herramientas personales que nos hacen falta para llevar adelante ese cometido (auto-control, auto-determinación, cuidado, etc.) y comenzamos a entrenarlas en el nuevo año?

¿Por qué en lugar de gastarte miles de euros en una rinoplastia, no inviertes ese dinero en ver mundo y mientras tanto, descubres y amas tu identidad por ser la tuya?

¿Por qué no apostamos por nosotros mismos en el año que entra y nos proponemos como propósito, ofreciéndonos dignidad, lealtad, respeto, ternura, afecto, comprensión, aceptación…?

Y lo más importante de todo, ¿por qué en lugar de esperarnos al nuevo año para poner en marcha nuestros propósitos, no comenzamos a erradicar desde hoy mismo la procrastinación que hace que nos releguemos a un tiempo futuro, cuando el futuro comienza hoy?

CONVIÉRTETE EN TU PRIORIDAD.

Créeme que es el mejor propósito al que puedes aspirar para este espléndido 2018 que acaba de comenzar…

MARIAJESUSGONZALEZ.COM

Publicado por María Jesús González

Licenciada en Psicología por la Universidad de Salamanca y especialista en Psicología Clínica. colaboradora experta en Psicofarmacología, Trastornos del Comportamiento Alimentario, etc Pertenezco al Colegio de Psicólogos de Castilla y León, con el número de colegiado CL 01619. Llevo más de veinte años trabajando en diversos hospitales y clínicas privadas de diferentes ciudades del país, lo que me ha otorgado una amplia experiencia como Psicóloga Clínica, la única especialidad reconocida por el Ministerio de Sanidad. En este tiempo me he dedicado a la evaluación y el tratamiento psicológico de pacientes (niños, adolescentes, adultos y ancianos) con patologías muy diversas, como trastornos de ansiedad (agorafobia, fobia social, pánico, trastorno obsesivo compulsivo…), estrés, depresión, esquizofrenia, bulimia, anorexia, obesidad y problemas de peso, trastornos del sueño, alcoholismo, tabaquismo, adicciones, trastornos psicosomáticos, cáncer, dolor crónico, etc.

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