
La película dirigida por Álex de la Iglesia “Perfectos desconocidos”, remake del exitoso film italiano que lleva por título el mismo nombre, se ha colado dentro de las diez películas de 2017 más vista por los españoles, con más de 2 millones de espectadores y una recaudación que supera los 12 millones de euros. Con estas cifras, parece lógico pensar que algo particular tiene la cinta que ha enganchado de esta forma al público.
El film discurre en un apartamento, donde se reúnen a cenar cuatro parejas que se conocen de toda la vida, y buscando darle al encuentro un toque diferente y picante, se propone un juego que pondrá sobre la mesa sus peores secretos: leer en voz alta los mensajes, y atender públicamente las llamadas, que reciban en sus móviles durante la cena.
Tanto si ya has visto la película, como si no, es posible que esos dos millones de espectadores, más los que están por venir, nos planteemos la misma pregunta:
¿A quién se le ocurre hacer semejante disparate?
Hay una expresión tan certera como implacable, en la que encajamos la gran parte de los humanos, salvándose únicamente algún descerebrado que se ha erigido de motu propio como abanderado de la sinceridad. Me estoy refiriendo al inquietante dicho de que “nadie es lo que parece”.
Si a esta realidad, le sumas la ocupación tecnológica que han sufrido nuestras vidas, estaríamos ante el coctel perfecto para que cualquier relación estuviera aderezada con secretos y mentiras de toda índole, desde las más piadosas e insignificantes, hasta las más humillantes, cómo por ejemplo que tu pareja tuviera una doble vida desde hace años, y tú sin enterarte.
Y ante esta realidad, ¿se podría hablar de una forma correcta de proceder? ¿hay una manera universalmente aceptada para coexistir en pareja? ¿quién es el artífice de una regla moral de funcionamiento para este tipo de contingencias en una relación?
La respuesta a todos estos interrogantes es muy sencilla: tú y tu pareja.
Si mañana mismo realizásemos una encuesta en la que preguntásemos a un conjunto de viandantes si les gustaría conocer que su pareja está flirteando con otra persona, las respuestas podrían transitar por estas tres opciones:
– Los que bajo ningún concepto querrían saberlo, movidos por el certero refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”.
– Los que sólo querrían saberlo si ese flirteo escondiera verdaderos sentimientos por parte de su pareja.
– Y finalmente, los que querrían saberlo sí o sí, pues en su código ético sentimental, no se contempla bajo ningún concepto la posibilidad de juego o tonteo con otra persona ajena a la relación.
Una vez analizados estos modelos de respuesta, podemos deducir con facilidad que aquí la pieza clave no es el flirteo como tal, sino que ambos miembros de la pareja compartan similar ética para vivir en pareja, independientemente de las normas morales impuestas por la cultura occidental, es decir, que si los miembros de una relación contemplan la idea de no exclusividad sexual con la pareja, el problema es inexistente.
Dicho lo cual, ¿cuándo vienen las dificultades?
Sin lugar a duda cuando la pareja no maneja un mismo código ético de funcionamiento.
Es por este motivo, que es tan importante conocer en profundidad a la otra persona, sus aspiraciones vitales y sobre todo, sus aspiraciones en pareja, como puede ser la de formar una familia, no convivir en pareja o en relación al tema que nos ocupa, su enfoque respecto a la libertad sexual.
Para finalizar, dos conclusiones bien reflejadas en la película:
• La comunicación honesta y fluida debe ser el tercer miembro consentido de la relación.
• El sincericidio, o la tendencia a decir toda la verdad al otro es una nefasta estrategia, que más que promover el acercamiento entre ambos, provocará justo lo opuesto, por lo que… mucho cuidado con el sitio donde dejáis vuestros móviles… 😉
MARIAJESUSGONZALEZ.COM
Excelente reflexion Chus!!!!
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