
Cuando en una relación de pareja estable, el deseo sexual se escapa por la ventana, ¿qué significa? ¿se ha acabado el amor? ¿se ha terminado la atracción por esa persona que antes te resultaba irresistible? ¿cómo ha sucedido?
La respuesta a todos estos interrogantes se llama RUTINA.
Si te has visto identificado o identificada con estas dudas y con esta situación tan común y lógicamente preocupante para una pareja, he de decirte que afortunadamente tiene solución, siempre y cuando ambas partes estéis dispuestas a salir de esa zona de confort y monotonía en la que os habéis instalado, producto del tiempo de relación, la convivencia y la ausencia de esfuerzo y motivación para cuidarla.
Llegados a este punto, es necesario hacer una distinción en función del género, ya que a pesar de que las causas que llevan a ambos miembros de la pareja a experimentar esta inapetencia sexual puedan ser semejantes, se hace necesario destacar las peculiaridades de cada sexo, con el objetivo de que puedan ser afrontadas adecuadamente
La mujer que llega a consulta con un bajo o inexistente deseo sexual hacia su pareja, suele manifestar una profunda pereza ante la simple idea de «ponerse a la faena». Esto es plantearse cuestiones como desvestirse, la hora qué es, el calor qué hace, el poder despertar a los niños, el cansancio acumulado del día, etc. Todo esto son señales que avisan de que la sexualidad con el cónyuge ha pasado de ser algo estimulante y apetecible, a ser algo tedioso y monótono, con lo cual, se buscarán todo tipo de excusas para evitarlo.
El sexo ha dejado de compensar el esfuerzo requerido y se ha convertido en un compromiso más, que hay que hacer porque «hoy toca». Por lo tanto, como ocurre con la mayoría de compromisos que no elegimos libremente, termina pesando más el esfuerzo que la gratificación obtenida.
En el caso de los hombres que vienen a consulta aquejados de un bajo deseo sexual hacia su pareja, mucho menos frecuente que en el caso de la mujer, igualmente describen una desgana a la hora de hacer el amor y es que las huellas antropológicas y ontogénicas del varón, no han conseguido desaparecer, a pesar de conceptos tan extendidos actualmente como “igualdad de género” o “nuevas masculinidades”. Y es que el macho (hablando en términos de sexo genético) tiene el instinto irremediable que le dirige hacia la conquista de la hembra y a la reproducción de la especie. Sin olvidar el carácter instintivo que tiene el sexo, predominantemente en varones.

El reto que supone para un hombre la conquista de la fémina, que tan estimulante les resulta, se minimiza e incluso puede llegar a desaparecer con el transcurrir de una relación monógama al uso, y esto, claramente resulta un antídoto implacable contra el deseo y la pasión sexual, la misma que al inicio de la relación estaba siempre en pleno fulgor, producto de la novedad y los efectos hormonales de la fase de enamoramiento.
Para todas estas parejas, resulta fundamental que, en lugar de dramatizar y extraer conclusiones precipitadas de esta desgana, se pregunten cuánto tiempo llevan sin esmerarse para que el otro se sienta especial, para que la relación no se duerma, producto de la apatía y la monotonía conyugal.
¿Cuándo comenzaron a dejar de prestarse atención mutua respecto de los detalles que se empleaban al inicio de la relación?
Hablamos del cuidado del aspecto físico, dedicar tiempo a preparar una cena apetecible, organizar una escapada de fin de semana, en definitiva, el famoso “regar la planta”, o lo que es lo mismo, cuidar la relación para seguir manteniendo la ilusión a flote, la iniciativa, la sorpresa… EL DESEO.
Esto no puede dejarse a la deriva del paso del tiempo, pues aunque nos hayan vendido el mito del amor eterno, nada más lejos de la realidad, al menos, de la realidad de mi consulta de Psicología Clínica, pues el amor junto con el deseo, se tornarán finitos si se da por hecho que nunca abandonarán el marco de la relación, independientemente de la atención y el esmero que se deposite en ambos, piezas claves de cualquier relación de pareja que se precie.
¿A qué esperas para dejar que el deseo vuelva a ti?
Tómate sus fluctuaciones como avisos del momento que atraviesa tu relación de pareja, y es que la mente en sintonía con el cuerpo, son el dueto de la sabiduría que estará ahí para avisarte de cómo vas caminando por tu relación sentimental.
Así pues, que no cunda el pánico y a «trabajar-se», cómo se ha hecho siempre y cuando algo importa de verdad.
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