
“El suicidio es una solución eterna para lo que a menudo no es más que un problema temporal”, Shneidman.
El psiquiatra logoterapeuta Alejandro Rocamora, experto en suicidio, considera que todos tenemos motivos para querer morir en algún momento de nuestra vida, aunque igualmente considera un error querer abrir la puerta del suicidio como vía para modificar la situación que está creando ese malestar en la persona, ya sea producto de la culpa, la vergüenza o el dolor.
Según la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS) existirían una serie de factores de riesgo que aumentarían la probabilidad de consumarlo, son los siguientes:
- El trastorno mental, en especial la depresión, y los trastornos de personalidad.
- Las conductas adictivas.
- El desarraigo social o la soledad.
- Acontecimientos vitales estresantes.
- La enfermedad crónica que cursa con dolor.
A esta lista, nos gustaría añadir un factor más, que aunque no está registrado en los manuales oficiales de psicopatología y enfermedad psiquiátrica, existe evidencia sobradamente demostrada de su peso en la decisión de una persona para quitarse la vida.
Para introducir este denominador común en algunos suicidios, nos acogemos a la filosofía nietzscheana, tomando como referencia la siguiente afirmación:
“El que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo”.
Desde esta afirmación, podemos deducir que la persona que decide deliberadamente poner fin a su existencia, estaría socavada por esa ausencia de “porqué” a la que se refería el filósofo alemán y que entroncaría con la corriente psicoterapéutica de la Logoterapia, creada por el austriaco Viktor Frankl.
Esta escuela se basa en el significado de la existencia humana, así como en la búsqueda de dicho sentido por parte del hombre, considerando el suicidio como el producto de una frustración existencial, es decir, un sentimiento de falta de sentido de la propia existencia.
La persona con ideación suicida no tendría respuesta a preguntas tales como:
- ¿Cuál es el motivo de mi vida?
- ¿Qué o quién es el motor de mi vida?
- ¿Qué significado le otorgo a mi existencia?
- ¿Qué hago yo aquí?
El desconocimiento ante cuestiones de tal envergadura, pueden conducir a la persona a un estado de desesperanza que le lleve al planteamiento de que es mejor morir, antes que seguir sobreviviendo en ese mar de sufrimiento emocional que se ha convertido su vida, por ello, es un craso error tachar de “cobarde” o “egoísta” a cualquier persona que haya perdido la vida de esta trágica manera, pues la realidad es que no supo encontrar otra solución a su sufrimiento, pero no por ello se anularía el valor de su vida transcurrida y vivida.
Para finalizar este artículo, nos gustaría poner el acento en el tabú social que envuelve a esta causa de muerte, siendo relegado a un sepulcral silencio, tanto en las esferas institucionales (a día de hoy no existe un Plan Nacional de Intervención y Prevención contra el Suicidio, a pesar del importante problema de salud pública que constituye) como en las más íntimas, obligando a los familiares sobrevivientes del suicidio de un familiar cercano a llevar un duelo doblemente doloroso, primeramente, por la pérdida abrupta de su ser querido, y a posteriori por el estigma que socialmente se le ha otorgado al suicidio.
A pesar de que en España se registraron 3.602 muertes por suicidio en 2015, quitándose la vida 2.680 hombres y 922 mujeres (Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE) convirtiéndose en la principal causa de muerte no natural, por encima de los accidentes de tráfico, aún a día de hoy se sigue ocultando esta realidad, que si de alguna forma ha de ser intervenida es ante todo dándole VOZ, PRESENCIA, VISIBILIDAD… pues en el fondo, una persona que piensa en el suicidio, es alguien que quiere vivir y no sabe cómo hacerlo.
Por ello, si estás en esta situación, o tienes algún familiar que está atravesando por este difícil trance, es impostergable pedir ayuda a un profesional de la Psicología Clínica, ya que gracias a nuestra ayuda podrás recuperar los motivos que te hacen falta para aferrarte a la vida, pues como decía el psiquiatra Kurt Schneider, “el comportamiento suicida es un acto de vida no de muerte”.
MARIAJESUSGONZALEZ.COM