La historia de esta celebración se remonta a 1969, año en el que tuvieron lugar los disturbios en el Pub de ambiente “Stonewall” (Nueva York, EEUU), donde la policía de N.Y. realizó una redada sin precedentes.
La respuesta del colectivo gay a este abuso inexplicable fue a través de una serie de manifestaciones, siendo este el inicio datado históricamente de la lucha por los derechos de los homosexuales.
Cuando Barack Obama declaro 47 años después el pub “Stonewall Inn” monumento nacional, hizo estas declaraciones:
“La gente se cansó de ser perseguida y el movimiento se convirtió en parte esencial de EEUU”.
Partiendo de esta realidad, el mensaje que extraemos en este mes de festividad homosexual es reivindicar públicamente la diversidad, enviando así un mensaje público de tolerancia, lo que se traduce en un avance psicosocial fundamental.
Cada mes de Julio, el mundo crea una oportunidad magnífica para hacer visible la lucha contra el sistema hétero-patriarcal imperante, un sistema inflexible y rígido que cierra el paso a la diversidad sexual, o lo que es lo mismo, a las diferentes formas de sentir, amar y vivir.
Aunque fue la psicoanalista Anna Freud quien profundizó en la investigación sobre los mecanismos de defensa psicológicos (siendo el verdadero precursor su padre, Sigmund Freud), a día de hoy es de sobra conocido por todos, que mecanismos como la represión, el silencio, la negación, o lo que es lo mismo, el famoso “quedarse en el armario”, son germinadores de culpa, represión, frustración, prohibición, etc. llevando a verificar la convicción social (y peor aún, íntima) de que la orientación sexual homo se trata de algo reprochable, e incluso como pretenden algunos colectivos penalizable, con todas las consecuencias psicológicas negativas que este tipo de procesos conlleva.
De hecho, a día de hoy, son 75 los países que aún condenan con prisión la homosexualidad y 13 de ellos, incluso imponen penas de muerte.
La lucha por la igualdad y el fin de la discriminación hacia el colectivo homosexual todavía tiene un largo camino por recorrer, y es que pese a los grandes avances logrados en las últimas décadas, hay muchas zonas del mundo donde los derechos de los homosexuales no están reconocidos.
A pesar de estas cifras, nos complace destacar que según la Asociación Internacional de LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales) son 76 los países que tienen leyes de protección antidiscriminatorias que incluyen protección legal en el ámbito laboral, tipificación de delitos de odio y normas contra el discurso homófobo.
Por ello, el músculo de cambio y de aceptación en el que se convierten cada año este tipo de manifestaciones (presentadas en forma de festividades coloristas), son un excelente megáfono para reivindicar los derechos de un colectivo que indiscutible y afortunadamente forma parte de la sociedad como cualquier otro.
Nos unimos a la celebración colorista, entusiasta y de libertad que representa “el día del orgullo”, un evento para festejar la alegría de amar a otro ser humano, de la forma e intensidad con que cada uno decida, más allá de clichés y etiquetas pseudomoralistas que terminan por encasillar al sumado social que conforman las personas con orientación homosexual (imbricado en las siglas LGTB), como individuos promiscuos y carentes de valores como el compromiso y la lealtad.
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