Recuerdo una copla popular atribuida a Antonio Manchado que dice así:
“Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio;
contigo, porque me matas, y sin ti, porque me muero”.
Esta afirmación, implica que el romanticismo queda sepultado bajo un sufrimiento que vuelve a aquel estéril.
El miedo y el amor son como el agua y el aceite, la existencia de uno impide que cuaje el otro. La confianza es una decisión personal.
Y por tanto, yo decido si quiero dar mi confianza a alguien. Y como todo tesoro personal, se va dando progresivamente en una interacción mutua y recíproca. Ni se da de golpe y a manos llenas (el otro puede sentirse abrumado) ni no se da (es imprescindible para la buena evolución de la relación afectiva).
¿Alguna vez te has sentido controlada/o por tu pareja a través del móvil, con interrogatorios a tu vuelta de una salida con amigos, sugiriéndote un vestuario más discreto o mostrándose con una actitud victimista para reclamarte más tiempo y atención? ¿O puede que hayas sido tú misma/o la protagonista de estas conductas celotípicas?
Culturalmente, y en concreto desde el ámbito artístico (música, literatura, cine, etc.) se le ha otorgado erróneamente a los celos un aura romántica, llegando a considerarlos incluso deseables, pues supuestamente son el reflejo del amor real y pasional, asumiendo que la ausencia de ellos equivaldría a un querer falso, denotando la falta de deseo y atracción por la persona amada.
Cualquiera que haya experimentado esta patología afectiva, convendrá en que los celos se situarían en el extremo opuesto al romanticismo, pues según su intensidad, frecuencia y duración, se pueden convertir en un auténtico calvario, siendo en los casos más graves motivo de maltrato psicológico y chantaje afectivo en la pareja.
Los celos son una respuesta emocional que padece mucha gente ante la idea de pérdida de la atención del ser querido. Y pueden partir de motivos justificados, como haber sufrido una infidelidad con anterioridad, o ser producto de la distorsión o fantasías de una de las partes implicadas en la relación.
No solo los sufren las parejas por amor; también existen en otros tipos de relaciones, como entre hermanos, amigos y en el entorno de las relaciones de trabajo (Patricia Ramírez, El País).
Como todo en la vida, los celos también responden a un “por qué”, siendo fundamental desde nuestra perspectiva clínica, el poder otorgar al lector una serie de causas que estarían en el origen de esta disfunción de la confianza.
• Inseguridad y baja autoestima
Una frase que se repite en consulta por parte de las personas aquejadas por esta falta de confianza propia y ajena que son los celos, es el miedo a “no estar a la altura” de la pareja.
El celoso/a se compara, primeramente con sus supuestos rivales, y a posteriori con su propia pareja, llegando a la conclusión de que no es lo suficientemente bueno, guapo, inteligente, atractivo, etc. para permanecer al lado de él/ella, convirtiendo a la relación y a las contingencias que la rodean en una auténtica batalla imaginaria, lo que desemboca en un desgaste personal y de pareja realmente destructivo, siendo muy frecuente, que esta situación desemboque en la ruptura de la relación.
Es fundamental ser consciente de que los celos son proyecciones de nuestros miedos e inseguridades en la persona de la que estamos enamorados, no siendo ellos los causantes (en la mayoría de las situaciones).
• Tendencia al control y la posesión del otro
Producto del punto anterior, y como forma de compensar los propios déficits, muchas personas desembocan en la tendencia a controlar a su pareja, llegando a creerse una especie de dueños de su compañero/a.
Reflejo de estas actitudes son el sentirse con la autoridad y poder para decidir el estilo de vestir de su pareja, la frecuencia de las salidas y las compañías, el tema de las conversaciones, sus asuntos laborales, etc.
Este control nace de la desconfianza en el propio potencial personal, llegando a caer en el círculo obsesivo de controlar todo por miedo a perder a la pareja.
No es curioso, como esta tendencia posesiva en el “amor” viene respaldada por el lenguaje, producto del poso cultural que todos albergamos en nuestro interior, siendo posible que te hayas escuchado en una presentación social diciendo “mi marido” o “mi mujer”, como si de tu propiedad se tratase.
• Experiencias anteriores de infidelidad
Una de las causas que puede “justificar” esta tendencia celotípica, es la desagradable experiencia de haber sido víctima de una infidelidad.
En función del tipo, motivo y duración de la misma, habrá hecho una mella más o menos profunda en la capacidad de confianza del afectado/a, siendo este el motivo y resultado último de los celos, la incapacidad para confiar, en uno mismo y en el otro.
Recuperar la confianza, ganar en autoestima, entrenar en el establecimiento de límites, saber ignorar el chantaje emocional, dar libertad a tu pareja, no caer en tribulaciones vacías, etc. son algunos de los pasos terapéuticos necesarios para poder sanar esta patología de la confianza, siendo muy recomendable el pedir ayuda a un profesional de la Psicología Clínica para cerrar las heridas que están impidiéndote establecer una relación saludable y enriquecedora, basada en los valores del respeto y la confianza.
El binomio amor-confianza es imprescindible porque ¿cómo se puede depositar amor en quien no se puede confiar? Es contradictorio.
El amor requiere libertad, seguridad y confianza, en uno mismo y en el otro. Sin estos ingredientes imprescindibles hablaremos de posesión, control y dependencia emocional, justo lo opuesto al amor.
Revisa tu corazón y apuesta por lo que necesitas y quieres sentir en tu vida.
Os dejamos como referencia una muestra del saber popular, expresado musicalmente a través del binomio: Miedo vs. Amor
¿Tú que eliges?
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