“Es muy difícil amar a alguien que
no se quiere a sí mismo:
Simplemente creerá que le mientes,
que no puedes tener tan mal gusto o
que le tienes lástima”.
Walter Riso
La falta de autoestima es una de las epidemias emocionales de nuestro siglo.
Muy en sintonía con la Inteligencia Emocional, ambas competencias comparten el no ser impartidas en las escuelas desde la etapa escolar, a pesar de la inmensa relevancia que tienen en el desarrollo óptimo de las personas.
Esta carencia curricular, desemboca en adultos inseguros, con autoconceptos precarios, que llevan a las personas a utilizar diversos métodos (algunos más perversos que otros) para compensar estos déficits tan limitantes.
En el área de las relaciones sentimentales, el hándicap que supone iniciar una relación con alguien que no se quiere, conlleva la incorporación tácita de unas dinámicas relacionales que a la larga resultarán tremendamente agotadoras, sobre todo para el miembro de la pareja que muestre mayor evolución personal.
A continuación, vamos a indicar algunos perfiles de personalidad en los que se hace flagrante la baja autoestima de uno de los miembros de la pareja, o en el peor de los casos, de ambos:
- El “victimoso”: salir con una persona así, supondrá para la pareja tener que estar constantemente esforzándose por convencerla de que sí es valiosa, de que sí es atractiva, de que no es una mala persona, de que no… Sería el caso donde mejor podríamos observar la baja autoestima, pudiendo comprender con estos ejemplos, lo absolutamente fatigoso que resultará para el cónyuge, convivir con una pareja que duda de todo lo que tenga que ver con él/ella.
- El competidor: en este caso, el miembro más inseguro busca de forma constante sobresalir por encima de su pareja, aprovechando cualquier momento para iniciar la batalla. Estamos hablando de competir por quién hace el mejor gazpacho, competir por ver quién de los dos ahorra más, competir a nivel intelectual en las discusiones, en el número de amistades, en la repercusión en las redes sociales, es decir, competir por todo, ese es el objetivo.
- El indeciso: si has establecido una relación con una persona indecisa, debes saber (aunque seguro que ya te has percatado de algo) que has pasado a ser el “ancla” de tu pareja, es decir, serás su referente, su norte y su guía, para las situaciones más variopintas, desde la elección de la ropa para una cena con amigos, hasta la elección del máster que quiere cursar. Ha depositado la confianza exclusivamente en tu criterio, por lo que no hará nada sin consultártelo, y mucho menos, sin recibir tu aprobación, por lo que no llevará nada bien que te distancies físicamente, siendo un problema grave, el que haya que convivir en la distancia, pues eso significará tener que comenzar a tomar decisiones de forma autónoma.
- El autoritario: si por algo se caracteriza este tipo de persona, es por la necesidad de control. A través de la conducta agresiva, han aprendido a tomar el control de la situación y de las personas, por lo que recurren a él siempre que consideran que el entorno comienza a retirarles el protagonismo que ansían para estar “tranquilos”. Sin excepción, las personas autoritarias se plantean las relaciones como luchas de poder, por lo que, si estás saliendo con alguien así y quieres seguir en la relación, deberás acatar sus normas, tomar sus necesidades como si fueran las tuyas y evitar los conflictos a través del silencio y el “dejar pasar”.
- El manipulador: sin duda, estaríamos ante el perfil más perverso de baja autoestima, y que por ello, mejor esconderá sus déficits. Para tal fin, realizará un ejercicio defensivo de proyección, es decir, su pareja se convertirá en la pantalla de sus inseguridades, de tal forma que hará todo lo posible para “hacer mella” en su autoestima, minando progresivamente sus potencialidades y fortalezas. La lógica es tan simple como cobarde, antes de que te des cuenta de mis debilidades, conseguiré despojarte de todo lo bueno que tienes, y que tanto envidio (el/la envidiosa, podría ser otro perfil que igualmente estaría denotando un deficiente amor propio).
La Odisea de Homero, narra las dificultades con las que tuvo lidiar Ulises (Odiseo) para regresar a su reino en Ítaca, años de guerra y años de encierro, lo separaron de su amada Penélope, que lo esperó con lealtad mientras cepillaba su larga melena.
La diferencia entre esta “odisea” y la que venimos desgranando en el artículo, es que la primera es un poema griego donde el sufrimiento de sus personajes es ficticio y la segunda, es una realidad que veo en consulta con frecuencia, por lo que puedo dar fe de que el sufrimiento en este caso es tan real como constante.
Cualquier persona que ose permanecer en una relación con un cónyuge de estas características, estará abocado al agotamiento, a la frustración y por supuesto, a la pérdida lenta y progresiva de los sentimientos que inicialmente le mantuvieron al lado de la persona amada, porque…
Es imposible querer a quien no se quiere, o si lo prefieres, será una auténtica ODISEA…
MARIAJESUSGONZALEZ.COM