
Has reflexionado alguna vez sobre ¿qué es el amor para ti?
Has pensado en algún momento ¿a cuántas personas verdaderamente capaces de amar has conocido?
Posiblemente sea el “sentimiento” más nombrado, idealizado, perseguido e incluso maldecido a lo largo de la historia de la humanidad, pero paradójicamente, el amor, es sin duda el gran desconocido, habiendo derivado en sucedáneos, cada cual más alejado de su verdadero significado, de su verdadera cualidad, de sus verdaderas implicaciones, ya que no es frecuente que pensemos que hay algo que aprender sobre el amor.
El filósofo Erich Fromm, escribió hace décadas el libro “El arte de amar”, siendo este enfoque el que queremos compartir en este artículo, pues asociar el amor a una sensación placentera que nos viene dado casi por azar, nos resulta una visión sumamente simplista e incompleta de esta “manera de estar y actuar en el mundo”.
Dice Fromm:
“El amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería”.
La profesión del psicólogo está ligada al trabajo productivo de amar. Es muy frecuente en terapia acompañar al paciente en su bautismo y posterior elaboración de las diferentes dimensiones del amor (cuidado, respeto, responsabilidad, conocimiento… incluso separación y duelo).
Este bautismo es experimentado por aquellos pacientes que son capaces de adentrase en el amor primigenio, el que tiene que ver con UNO MISMO, y para ello es imprescindible el ejercicio del auto-perdón, pues solo una persona que es capaz de perdonarse por sus errores, será capaz de vivir con plenitud el arte de amar, primero aprendiendo a amarse a sí mismo, y posteriormente, aprendiendo a amar al otro, a través de “dar-se”, pues amar es fundamentalmente eso, dar, aunque la mayoría podamos haber caído en el error de creer que el amor tiene que ver sobre todo con recibir.
Quien tiene miedo de darse, se encuentra incapacitado para amar (síntoma muy frecuente en consulta).
Volviendo a hacer alusión a Fromm, define el amor de la siguiente manera:
“el amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos”.
En la misma línea, en el libro de Jonás, Dios le expresa a Jonás que la esencia del amor es trabajar por algo y hacer crecer, que el amor y el trabajo son inseparables. Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja aquello por lo que se ama.
Para finalizar esta primera parte del artículo, donde hemos intentado definir el amor, nos gustaría terminar con una frase que aparece en una vieja canción francesa, recogida del libro que nos está guiando en la elaboración de este texto:
“el amor es hijo de la libertad, nunca de la dominación”.
A continuación, nos gustaría hacer un recorrido por los diferentes tipos de amor, puesto que la mayoría de gente aspira a encontrar un “amor romántico”, enfocado en una sola persona, permaneciendo indiferente al resto de sus semejantes, encontrándonos en este caso en una relación simbiótica, carente de integridad e individualidad entre sus miembros (estaríamos refiriéndonos a la dependencia emocional, tema que ya hemos tratado en algunos de nuestros artículos), y por tanto, una relación carente de amor y repleta de necesidad.
1. Amor fraternal: estaríamos hablando del amor entre iguales.
Respondería a la frase “Hoy por ti, mañana por mi”. Sin duda, sería este amor el que estaría en la base de cualquier otro.
2. Amor materno: es sin duda el amor más incondicional que existe, de carácter altruista y generoso, siendo por ello considerado la forma más elevada de amor, y el más sagrado de todos los vínculos.
3. Amor sentimental: por su importancia y trascendencia a nivel antropológico, social, evolutivo, etc. es sin duda, el tipo de amor más nombrado, buscado y por qué no decirlo, tendente a la idealización.
Somos seres sociales, por lo que, formar una pareja es uno de los proyectos más humanos que existen.
La capacidad de encuentro, de acompañamiento, de amistad y de deseo sexual, se reúnen en este tipo de amor.
Es una realidad clínica, que justamente sea el amor sentimental, el que más sufrimiento puede llegar a provocar, siempre y cuando no se enfoque de la manera adecuada (volvemos a incidir en la necesidad de aprendizaje y desmitificación del amor romántico, puesto que se puede “utilizar” erróneamente para solventar asuntos personales que nunca encontrarán solución a través del amor en pareja).
4. Amor a uno mismo: nuestra propia persona, debe ser el primer objeto de nuestro amor, nuestro respeto, interés y cuidado auténtico.
Nadie puede dar lo que no tiene en su interior. Por ello, consideramos este tipo de amor el origen de cualquier otra forma de amor, de ahí el título del presente artículo.
Es uno de los aprendizajes más transformadores que podrá realizar un paciente en consulta.
Si no existe un amor propio sólido y bien asentado en la persona, será imposible que pueda brotar un amor de tales características hacia otra persona. Simplemente IMPOSIBLE.
5. Amor a Dios: refiriéndonos al amor hacia un ser superior, tal y como uno lo conciba, al que consideramos creador o responsable de los misterios de la vida.
Ponemos el punto y final de este artículo con una frase de nuestro autor de referencia Erich Fromm, considerándola muy descriptiva de las formas que está tomando el “amor” en nuestra sociedad occidental, desligándolo de la posesión y/o necesidad:
El amor solo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.
MARIAJESUSGONZALEZ.COM