Vivía presumiendo de su capacidad para la mesura, considerando el gastar como síntoma de debilidad. Aleccionaba a los demás con sus estrictas normas de consumo y los hábitos que había ido adquiriendo a lo largo de sus años de contención. Nunca dio crédito al gusto de la muchedumbre por emplear su dinero en deleites ySigue leyendo «El tacaño»