Tacones lejanos

Aquella mañana había tomado el primer tren que la llevaba directa hacia la estación en la que él la esperaría. Dos horas antes, sonó el despertador, y con la seguridad de quién sabe qué camino tomar, Judith se vistió con deliberado esmero. Acariciaba sus piernas mientras colocaba delicadamente sus medias de cristal y con firmeza,Sigue leyendo «Tacones lejanos»