
“La verdadera vida comienza después de poner tu casa en orden”.
“Cuando experimentes lo que es tener una casa realmente ordenada, sentirás cómo se ilumina todo tu mundo”.
Estas son algunas de las rotundas afirmaciones que realiza la gurú mundial del orden, la nipona Marie Kondo, quien ha vendido millones de ejemplares de sus libros, en los que expone su filosofía, que más que del orden en el hogar, pareciese una auténtica filosofía de vida.
En este artículo no nos centraremos en resumir los consejos que ofrece a sus lectores sobre cómo organizar los espacios y cajones de su hogar para que esté todo impoluto (asunto harto difícil cuando confluyen “factores” tan variopintos como: jornadas de diez horas de trabajo, hijos pequeños, miembros de la familia que no comparten la filosofía del orden de Kondo y si la del caos de Einstein, etc.).
Respecto a las enseñanzas de Kondo, nos interesa resaltar para nuestros lectores el enfoque por el que considera que tener un hogar limpio y habitable denota tener un interior igualmente “habitable”.
“Ordenas tu casa, pero también ordenas tus asuntos y tu pasado. El resultado es que puedes ver con claridad lo que necesitas y lo que no”, Marie Kondo.
Esta afirmación la podríamos situar en la base de situaciones vitales tan cruciales como lamentablemente frecuentes en la vida de cualquier ser humano, nos estamos refiriendo a:
- El momento en que una persona reúne las fuerzas para tomar la decisión de vaciar el armario donde seguía guardando la ropa y objetos personales de su compañero o compañera de vida fallecido, o la tremenda decisión de unos padres de desmontar la habitación de su hijo fallecido.
En los casos de fallecimiento, es tan perjudicial retirar las cosas precipitadamente como no retirarlas nunca (proceso psicológico defensivo al que los expertos en duelo denominan “momificación”), complicándose los procesos de aceptación de la muerte y la expresión emocional, ya que tanto evitar el dolor, como dejar que éste se convierta en un sufrimiento inaguantable, contribuyen a que el duelo de las personas se convierta en patológico, es decir, se termine transformando en una enfermedad para el doliente.
- Otra situación (menos trágica que las anteriores) en la que sería recomendable poner en funcionamiento la base Zen del método Kondo, es el día en que el miembro de la pareja que ha sido dejado, se decide a deshacerse de muchos de los recuerdos (fotos, prendas de vestir, regalos, adquisiciones en común…) que seguían manteniendo presente al ex en su hogar, en su día a día, en definitiva, en su vida.

Todas estas situaciones encierran el mantra que guía la capacidad de saber “dejar ir”, esa declaración ante el apego, esa tendencia tan humana que nos lleva a aferrarnos con fiereza a aspectos tan diversos como una falda, un jarrón, una idea y por supuesto, una persona.
El apego bloquea toda posibilidad de crecimiento, de renovación, de cambio al fin y al cabo.
Tomemos de esta nipona sus consejos para ordenar los cajones, pero no nos olvidemos de extrapolarlo a los cajones que conforman nuestra vida más íntima, aquellos donde guardamos nuestros recuerdos, nuestros afectos, nuestras añoranzas y nuestros deseos, porque solo teniendo nuestro interior confortable, podremos crear una vida realmente “habitable”.
MARIAJESUSGONZALEZ.COM